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Metamitemas: Un reto a la creación existencialista

Ponencia leída en el Segundo Congreso Internacional de La Metapoesía,
celebrado en la ciudad de New York. Octubre 16/2004
                                                                                                                                   Otto Oscar Milanese


Cuando pienso o digo que "todo lo que he perdido puede aparecérseme en el instante más inesperado de mi vida", no estoy creando un metamitema. No puedo reclamar la autoría de un metamitema que, en su expresión más sencilla, representa el inicio del Existencialismo:
"Porque en mi paso camina
la huella que me aleja de mí mismo".
Metapoema: "Rincones abiertos".
Y todo eso que camina en mí puede retornar a mí. A partir de una acepción similar, introduce Kierkeegard la palabra "existencia" para denominar el "Yo". Aquello que el hombre considera como propio, y dispone de ello, capacidad, saber, bienes, prójimo. Todo eso que es inherente al ente y en lo que éste se pierde puede reaparecer en cualquier momento de su existencia.
"Y en todo instante soy y tengo
justamente lo que se me ha dado".
Metapoema: "Aceptación".
Otro metamitema existencialista que podría plantearse, sin apartarnos de estas aseveraciones iniciales, es que todo esto: "capacidad, saber, bienes, prójimo”, puede ser substraído, pero en su esencia ontológica el ente se mantiene intacto, la existencia permanece.
"Y con olor de rutinas,
anónimamente perduro y existo,
en todo amor que se ama vestido de humanidad".
Metapoema: "Escozor de cotidianidad".
"Porque a diario soy un hombre nuevo, mas siempre idéntico a mí mismo", sería otro metamitema con claros matices existencialistas si consideramos que los filósofos de esta doctrina convergen en señalar que la existencia es la "substancia" del hombre, su propio ser; lo que se oculta tras las fisonomías de todos los personajes que se ve forzado a representar; el ser que sirve de aliento a todos ellos y en el cual siempre es intransformable respecto a sí mismo.
"Siempre fui tras los pasos de mis pasos,
para alcanzarme,
para retratar la vana persecución,
de querer pisar la vida con el alma".
Metapoema: "Rumor adentro, y otros cantos de vida afuera".
Si echamos un vistazo al título de nuestra ponencia, sería fácil colegir que no deseamos extendernos, intentando dilucidar planteamientos filosóficos existencialistas, para amoldarlos a metamitemas, sino, todo lo contrario, deseamos hablar, basándonos en nuestra escasa experiencia a la hora de escribir, de por qué consideramos que los metamitemas representan un reto para la creación existencialista. Cuando decidimos unirnos al Movimiento Internacional de la Metapoesía, tras una muy oportuna invitación del poeta sanjuanero José Enrique Méndez Díaz, ya habíamos reparado en que nuestra manera de escribir poesía no andaba muy lejana de la poética metaonírica del Movimiento. No por casualidad durante años habíamos permanecido al margen, sin integrarnos a ninguno de los grupos literarios de nuestro país, o a alguno de los existentes en esta ciudad en la que residimos. Nuestro primer encuentro con la Metapoesía, a pesar de que este movimiento surge en Santo Domingo, de donde somos oriundo, un día 13 de octubre de 1990, no es muy distante. Ocurrió una noche en la que estábamos invitados a leer en la Librería Calíope, y el fundador del movimiento metapoético, Dr. Jorge Piña, nos entregó un suplemento que hablaba de la Metapoesía. Para aquéllos que ponen en entredicho que la Metapoesía se trate de un genuino movimiento artístico, en lo personal, tras la lectura de aquel suplemento y comprender de golpe que todo lo que habíamos estado escribiendo a solas durante años,encajaba perfectamente dentro de los parámetros de aquella metapoética, era signo irrefutable de la naturaleza generacional del Movimiento.
La subjetividad metapoética se nutre, de acuerdo a lo leído sobre la Metapoesía en la etapa previa a integrarnos al Movimiento, de una "justificación acuciosa, crítica y de defensa teórica auto-reflexiva". Estos planteamientos parecían acorralarnos, y más aún cuando descubrimos que "la Metapoesía es inteligibilidad poética de diálogo multívoco". Ya no existía escapatoria, estábamos destinados a ser metapoeta; pero, ¿cómo escribir un metapoema? ¿Quizás, sin proponérnoslo, sin conocer los más elementales principios metapoéticos, habíamos escrito alguno? Es probable. Sin embargo, la certeza o incertidumbre al respecto resulta irrelevante, secundaria, al descubrir las propuestas metapoéticas que podrían encerrarse en un solo metamitema: "Necesito engañarme para ser humano"; pero engañarme no únicamente enmarcado en el contexto existencial que enfrenta al hombre con el absurdo de la existencia en un determinado momento, sino engañarme en todo lo que hago y me convierte en vida. Y preciso de asideros, de motivos que configuren el equilibrio psíquico que me aferra a la existencia, porque precisamente la única evasión, la única excusa al cúmulo de todos mis errores, fracasos y desalientos es la excusa de elevarme a la estatura humana.
"Como sombra que al fin se ha mirado en ese espejo,
que sigue reflejando la vida aunque la sombra no esté".
Metapoema: "Momento existencial".
Es una realidad inobjetable que la Metapoesía es un movimiento internacional, que tiene y busca su propio espacio en el Arte que va tramando nuestra época. El reto que nos lanza la metacreación se origina en su carácter reflexivo y conjetural, que permite enmarcar dentro de ella, figuras, pensamientos, tendencias de cualquier sistema filosófico. El Existencialismo, tantas veces novelado y plasmado en diversos géneros literarios, tanto o más que cualquier otra expresión filosófica, encuentra en la Metapoesía un universo en el que pueden convivir perfectamente sus postulados especulativos sobre la existencia del hombre. "Necesito a veces no necesitarme", para no engañarme, para no caer más en la trampa de existir en el pretexto que me reivindica ante mí mismo a cada instante; cuando el "Yo" requiere del sueño en que se piensa ser otro, cuando aparece el "personaje" proyectado a lo largo de la existencia, o los personajes necesarios, los que precisamos ser o usar como punto de apoyo sobre la trascendencia existencial, y aquí muy bien podríamos apoyarnos en un metamitema espiritual que -además de corroborar lo que hasta ahora hemos tratado de plantear- constituye una respuesta anticipada al Existencialismo postulatorio de Sartre, partidario del fin absoluto, del triunfo definitivo de la materia sobre la existencia: "Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó", Eclesiastés 3:15.
"Y por eso te encuentro camino a mis heridas,
cuando el vacío me vence, y al igual que un nuevo sol,
después de sentir vencida mi propia humanidad,
resurge luminosa la presencia de Dios".
Metapoema "Vacío y Vértigo".
Usual e irracionalmente cuando surge el término de "Existencialismo" acuden a nosotros imágenes que nos sugieren el desaliento, el pesimismo implicado en el vacío, en el absurdo de la existencia. Sin embargo, Karl Jaspers -cuyo pensamiento no se limitaba al academicismo puro y simple, sino que percibía la Filosofía como una expresión de la existencia del hombre y de tal manera la introduce en su época- descubre la transformación vital de la existencia humana que lo lleva a postular la trascendencia de la misma. Trascendencia, para nosotros, de Dios que se antepone, como alivio, a los límites del saber finito y de la seguridad finita que de manera implícita arrastran al hombre a la situación límite del fracaso. La trascendencia en el Existencialismo del fracaso de Jaspers, en medio del pesimismo y la angustia propias de esta corriente filosófica, más que una evasión de la realidad, corresponde a una genuina esperanza de aliento espiritual.
"Y ni siquiera habrá dolor cuando me dejes,
para descubrir que aún continúo rodando,
en el alarido de humanidad que brota de las calles".
Metapoema "De corazón hacia"...
No deseamos concluir sin citar uno de los primeros metamitemas que nos vino a la memoria luego de nuestro encuentro con la Metapoesía. También con claros ribetes existencialistas y dentro de su aparente pesimismo, cargado de esperanzas al implicar en sí mismo la trascendencia existencial, "Nací póstumo", Friedrich Nietszche.
Quiero agradecer infinitamente el aliento y la colaboración brindada por el Metapoeta Orlando Alcantara, quien esta noche moral e espiritualmente nos acompaña.

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