Bienvenidos a estas palabras del alma. Que todos nos reencontremos en el instante de su eternidad.

SILABARIO SIN RUMBO: METAPOESIA DE MI



                                                                  Por Nicolás Mateo

En el decálogo metapoético, enarbolado en el fragor de las disquisiciones que  se contraponían en los primeros anos de la década de los 90, en donde  acudíamos a la innecesaria sepultura de la poética de la promoción de los 80, que se hizo pasión y carne en las turbulentas sesiones del Taller Literario Cesar Vallejo, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo,  se  define la Metapoesía como  el discurso poético cuyo asunto, o uno de cuyos asuntos, es el  hecho mismo de escribir poesía y la relación entre autor, texto y público (Carnero).
Mientras que  Wilkipedia  interpreta este sentir del Movimiento Metapoético y define la Metapoesía  como  un término que designa  aquellas obras en las que el tema de la poesía es la propia poesía y la relación que tiene el autor con el texto y con el público, agregando que la poesía se justifica a sí misma.
En mi reflexión mas aproximada, la metapoesía no es más que un pensamiento es voz alta, una lucha interna entre el hacedor y la palabra, es el discurso que se hilvana en el nano segundo que antecede a los sueños, y que en un espacio intermedio entre la inconsciencia inducida  y el consciente  se teje como razón poética a partir de esa tormenta de asombros que sacude al poeta.
Que es la metapoesía entonces, sino la definición teórica más exacta de Dios,  el ser omnipotente capaz de hacerse  asimismo,  de recrearse en el otro, de hacer  carne de su carne.  Acaso no es eso la metapoesía, la poesía que se hace asimismo, que existe a pesar de la voluntad de su creador.
Es la metapoesía, pues, un conversatorio del texto con el texto, del poeta consigo mismo y  con los fantasmas  que merodean sus interioridades.
Silabario sin Rumbo entonces trilla ese camino multiforme como reflexión temporal surgida  de la entropía de  mensajes que se  han verificado en el transcurrir de mi existencia  y que permanecen como moléculas imperceptibles en el inconsciente.
Este conjunto de poemas breves, como la vida misma, se han organizado como átomos  libres  que se unen a partir de afinidades involuntarias  para componer estos versos que se cantan y se describen solo.
Desde mis más remotas nostalgias me abro camino, procuro desentrañar el misterio que me arroja al poema, que me conduce por esos senderos donde la palabra adquiere valor a partir de interpretarse asimisma. El rumbo que toma Silabario Sin Rumbo es a partir  de esas veleidades que traicionan  a todo creador en la lucha tiránica que se verifica al  enfrentarse con su más terrible verdugo: la página en blanco.
En estos versos las cosas adquieren  valor a partir de la palabra misma. La imaginación queda absorta ante los referentes que impone la vida actual, en donde el transeúnte  se detiene sobre la calzada a ver pasar sin asombrarse como en su  mirada  se agota el último halito de vida.
Es claro, pues, que el poema soy yo mismo, y las palabras solo el vehículo donde monto  y dibujo mi existencia. Cantando me canto, describiendo el verso me describo y  en cada rincón de mi  que recreo y reescribo en el poema  están los otros abigarrados,  la duda, la prisa y el silencio que declaman multitudes.

Advierto, que soy el ojo del poema en el poema. Que Silabario Sin Rumbo no interpreta,  retrata, traduce esas tempestades interiores  que sacuden al ser humano de hoy, cuyas interioridades navegan en nano segundos por el mundo a través de Facebook y Twitter.
Sin proponérselo, tal vez, el poeta Frank Martínez  aporta la definición mas exacta de este poemario: “Silabario sin Rumbo es la puesta en escena del instante ultimo del evento que describe”.
Si todo se hizo, fue porque todo se dijo, entonces como no puedo decir nada nuevo del poema que encabeza  este texto que pongo a su consideración, me permito leer las reflexiones que hiciera el metapoeta Orlando Alcántara sobre el poema “ Carcelero de de mi” .
Epítome Del Meta-Lenguaje, hito De La Meta-Poesía Y Turbulencia Poiética Frente Al Espejo. (Orlando Alcántara )

Es innegable el hecho que nos produce vértigo al leer "Carcelero De Mí" de Nicolás Mateo que estamos frente a un hallazgo en el campo de la Poiesis Pura, del Meta-Lenguaje y la Meta-Poesía marcando un hito indeleble que demarca las fronteras antes y después de "Carcelero De Mí". Lo que muchos estábamos buscando, felizmente Nicolás lo ha encontrado. El meta-poema es epítome de lo que significa la auto-reflexión, la auto-consciencia, el Meta-Lenguaje. Ejemplifica el ABC de la Meta-Poesía de modo evidente y certero sin ningún asomo de desperdicios ni de facilismos escénicos. La economía de recursos fluye de principio a fin y así le oímos iniciar el poema metalingüístico:

"Me mira el espejo
Y mi propia imagen entra por mis ojos
Me veo por dentro
Vaticino una tormenta en mi memoria
Las cavidades de mis ojos se ensanchan
El hilo de una pesadilla duerme en mi membrana"

La inserción del elemento onírico, que más apropiadamente es meta-onírico como diría Jorge Piña y otros teóricos de la Meta-Poesía, es una especie de logística empática que nos adentra a las entrañas del auto-descubrimiento frente al espejo, el cual permanece incólume ante nuestra mirada urticante e inquisitiva, quizás desaprensiva debido al peso enorme de sabernos Sísifo queriendo ser el Ave Fénix que se remonta más allá de la Resurrección para
Así ser pequeños Cristos en miniatura, desquebrajando las ataduras de ese vidrio lleno de éter que nos mira cara a cara, frente a frente, desnudándonos del ego en un dos por tres. Y así continúa nuestro Nicolás Mateo de modo acertadamente óntico, nunca gnoseológico, ni si quiera axiológico, ni deóntico:

"Rebusco mi esencia, me toco
Un alfiler se imanta en la retina
Miro a otro que cavila en mis adentros
Se espantan mis ojos de mirarse
Procuro desentrañar el misterio de mis sueños"

De nuevo el leit motiv meta-onírico da la pincelada audaz en la voracidad de quien quiere auto-conocerse como si fuera acaso un Sócrates cualquiera, nunca un Diógenes cínico, mucho menos un Mahatma Gandhi ecléctico. Aquí hay una simbiosis entre el espejo y el sueño, dos elementos auténticamente meta-poéticos, dos marcas de fábrica de la Meta-Poesía, y Nicolás produce la feliz y genial amalgama de un modo espeluznante. Nos preguntamos: ¿De dónde vino a surgir esta obra maestra? ¿Cómo fluyó el lápiz sobre el papel en la mascota de Nicolás Mateo? De una cosa estamos seguros. Este meta-poema es de escritura instantánea, de un sopetón, de un desesperado desgarrón del corazón, de un jironazo al alma en vilo al borde del abismo vertiginoso de ser un pequeño dios a lo Huidobro como diría Darío Tejeda, o quizás un clon como posiblemente lo avizora Livia Díaz rememorando su propia ponencia exitosa que también marcó un hito en el devenir de la Meta-Poesía desentrañando el Meta-Lenguaje en lo Meta-Oníricoy sus elementos básicos:  auto-reflexión, auto-conocimiento, auto-consciencia. Veamos cómo sigue el meta-poema:

"Me vuelvo a descubrir en el candil
Que se hace lluvia de tanto mirarse
Otra es la fortuna y la desidia
Me espanto de saberme dentro
Y un estornudo estremece todo"


El candil se transmuta en lluvia y parece que el fuego se hace agua. Este poder ideático que va más allá de cualquier imaginario gratuito hace de Nicolás Mateo un meta-poeta arquetípico, magistral y genial. De eso no cabe duda. Podríamos escribor todo un libro sobre este meta-poema y aún así no sería exhaustivo. Prosigamos en el periplo nicolaseano:

"En la oscuridad no encuentro la salida
Se rompe el espejo
Me convierto en carcelero de mí

Estas son palabras mayores. Este es el final. Un final revelador. Un rompimiento y un esguince al lector que se ve retratado en cada línea, en cada verso. Ya sin espejo se hace trizas su otro yo. La alteridad se desvanece y el meta-poeta deviene en carcelero de sí mismo. Obra maestra de la Meta-Poesía. Nicolás Mateo: Arquetípico por lo original; magistral por lo instructivo; y genial por lo inefable de un estro que estalla en infinitas astillas del espejo para encontrarse solo, carcelero de sí, y como diría Daniel Martich, "Aprisionado de mí", y como ya dijo un servidor, "Verdugo de mí", produciéndose la meta-ósmosis, la estela de luz radiante y lo polivalente de un meta-poema que generaciones futuras no podrán desentrañar. A continuación leed el meta-poema completo de nuevo, por favor, y para el bien de nuestras
almas. Amén.