Bienvenidos a estas palabras del alma. Que todos nos reencontremos en el instante de su eternidad.

LA OTRA ORILLA ES EL LARGO CAMINO DEL RETORNO: HACIA LA OTRA SENDA DE LA LUZ DE BERNARDO SILFA BOR



Alberto Martínez Márquez

                                                                                                                                                     Bernardo Silfa Bor es una de las voces más reveladoras de la reciente poesía dominicana. Nacido en Azua en 1967. Silfa Bor ha sido merecedor de varios premios regionales y nacionales; además de figurar en diversas colecciones antológicas.


Su primer libro de poemas, Hacia la otra senda de la luz, acusa una interesante simbiosis entre la poesía pura y las formas vanguardistas, expresada tanto en el lenguaje como en la estructura. Por lo que puede percibirse las influencias del simbolista francés Stephane Mallarmé y el versátil poeta mexicano Octavio Paz. Me refiero a un lenguaje y a una forma, que si bien intentan recobrar la esencia misma de lo que es la poesía, buscan, al mismo tiempo, establecer una serie de rupturas temáticas, lingüísticas y formales. Claro, que los exergos son una forma de registrar las influencias primarias del poeta, sus lecturas más evidentes: Ramón Cifre Navarro, Pablo Neruda y Máximo Avilés Blonda. Por otro lado, el poeta integra elementos propios de la cultura afrocaribeña y dominicana para signar un sincretismo poético que conjuga (y conjura) perfectamente lo autóctono con la imaginería poética que impera en estos textos de Hacia la otra senda de la luz.

El poemario está dividido en cuatro partes. Cada una precedida por un exergo que sienta la tónica de los poemas de las secciones. No obstante, es imperioso destacar aquí que a todas esas partes les une el motivo de la búsqueda de lo otro, que es, a su vez, una búsqueda tripartira: identidad-poesía-cuerpo. De manera que al moverse hacia lo otro, el hablante poético deconstruye el signo identitario, el devenir poético y las dimensiones de lo corpóreo con el fin de establecer su propia diferencia, una nueva poética y una categorización diferente ( en el sentido derrideano de la différance= diferencia y diferir) del cuerpo. 

En el poema que abre el libro tenemos:

Inicio recorriéndome razagrama
oculto amuleto
vociferando
en mi otra orilla
de choques abiertos al espejo
absurdo cautiverio de imagen
donde permanezco
indígena líquido
enlace de mi negro fuego
rostro escapado
al inciso vidrio
abertura blanca circulando
en mi sangre sólida
ayer mañana hoy
conmigo
negro aborigen blanco
a lo zumo todos ustedes
nosotros
inicio viéndome
su horizontalidad en la carne
mutante
vértice
apología razagrámica
recorrido
donde no me encuentro
buscándote.

Primeramente, el hablante poético alude aquí a lo primigenio y a lo nativo: "razagrama," "amuleto," "indígena," "aborigen," etc. Estos elementos están relacionados con el origen, el cual se intenta reordenar, reconstituir... Segundo, "espejo," "imagen," "orilla," "fuego, "vidrio," y "sangre," son dispositivos de la alteridad. Mientras, que en un tercer lugar aparecen los verbos que indican movimiento, devenir continuo, dados aquí en gerundio: "recorriéndome," "vociferando," "escapando" y "circulando." Más que un desplazamiento, el poema presenta una transmutación de las cosas. La búsqueda es el inicio de una genuina metamorfosis cultural, creativa, experiencial.

El siguiente poema es sintomático del agón del hablante poético en su pulseo o interpretación de la modernidad:

Soy tú mismo
colocado en este tiempo digital
atravesado de regresos
ceremonias
y silencios procesados
areítos lejanos
que me graban con su piel callada
el mito desgarrado
soy en ti
regresos invertidos hacia mí
distancia desoída
en la güira tecleada
síndrome de máquina que te guarda
que me guarda
que nos guarda
en la sombra disquética
de mis calles
donde me hago
el pero de tus dudas
el no que te afirma
en mi otra orilla
de hombre impreso en nada
pasado de mi líquido
agotado en tus ojos
de pantalla
donde ahora nos digitan
origen
nostalgia
y peregrinos de la ausencia.

Hay varias lecturas posibles para el texto anterior. Una de ellas es la pérdida del aura artística de la que hablara Walter Benjamin en un archiconocido ensayo. Para Benjamin el proceso de reproducción mecánica que tiene lugar en la modernidad hace que los objetos pierdan su carácter único. Por ende, la originalidad artística cede ante la producción masiva. El aura, por lo tanto, deja de existir, puesto que la reproducción mecánica, la masificación, propicia su exterminio. Sin embargo, a diferencia de la visión nostálgica y ominosa de Benjamin, el hablante poético opone la necesidad de vivir la experiencia actual moderna (o postmoderna) a pesar de esa acción reproductiva, como un paso a esa otredad tan necesaria para recomponer la identidad.

En la segunda sección del poemario se intenta trasciende la dialéctica Eros/Thanatos, a fin de arribar a la realidad absoluta del cuerpo: "para surgir ausencia / atabales / areíto / espuma sincrética / que fluya / en otro vientres / olvido que me traiga presencia." La tercera sección es una especie de canto cósmico: "porque somos oriundos / del genocosmos / levanté los párpados / en un instante / lleno de gemidos / que se deslizan / hacia mis huesos / con
el viento."

Finalmente, en la cuarta sección del poemario nos encontramos con el fin de la búsqueda (¿concluida?), donde identida-palabra-cuerpo se materializan:

Palpito en estas páginas
oriundas de algún pretérito
perdido en la ausencia
del viento
donde crecieron
las espinas de mis sueños
imagen que sube
en tus dedos
abiertos al espejo
levantados al sendero
del recuerdo
permanecen nuestros pasos
haciéndose presencia
sin ecos
deseos elevados a la carne
para sustraerle al espejo
la húmeda sílaba de tu cuerpo
tintado en estas páginas
con las huellas clavadas
en el tiempo y en el polvo
sigo en tus pasos
en tus gestos
rezumación de olvidos
que destejen los silencios
donde palpitan
estas páginas
de encuentro.

Aunque éste no es el último poema del libro, concentra perfectamente los temas del mismo, esgrimiendo una lograda síntesis de esa búsqueda de la otra orilla que a través del hablante poético Bernardo Silfa Bor quiere transmitir a
sus lectores.

ENTREVISTA DE BEATRIZ GIOVANNA RAMIREZ A BERNARDO SILFA BOR




"El metapoeta es conciencia poética en la jerarquía del Ser Poeta"
                                                                             Bernardo Silfa Bor

                  Publicada por Cinosargo el 21/09/2011 

                 Foto:Fernando Prats.
 (Beatriz Giovanna Ramírez y Bernardo Silfa Bor)



“La puerta de entrada a la metapoesía es la misma metapoesía. Ella misma es laberinto y es multiplicidad de puertas e infinitas ventanas.”



Bernardo Silfa Bor es un metapoeta comprometido y riguroso con la estética, la transformación consciente del poema y la multiplicidad de las voces inefables que inventan su propia transmisibilidad.

El poeta, escritor y educador dominicano Bernardo Silfa Bor (Azua de Compostela -Ciudad del Vía y Sur de policromía caribeña- 6 junio del 1967) es miembro del Círculo de Estudios Literarios de Azua -CIELA-; del Taller Literario Juan Sánchez Lamouth de Santo domingo; de la Sociedad Cultural y Literaria Athene de Azua. En España es miembro de ACUDEBI, de la Asociación de Poetas y Escritores del Casino de Murcia y miembro presidente de la Asociación Cultural para el Desarrollo de los Dominicanos en Murcia(ACUDEM). También pertenece al Movimiento Internacional de la Metapoesía.
Ha ganado los siguientes premios: 1990 Primer Premio Cuento Athene; 1991 - 1992 - 1993 Segundo Premio de Poesía Athene; 1993 Primer Premio de Poesía Atnene; 1995 Premio Nacional de Poesía Athene; 2004 Premio Internacional de Poesía de Casa de Teatro accésit por el poemario Máscara de la Imago. Reconocido por su labor educativa y sociocultural por: Fundación Pro-juventud Padre Eduardo Mac Carty 1985; El Club Juan Pablo Duarte 1991; Comité Fiestas Patrióticas 19 de Marzo de Azua 1991; Compañía Anónima Tabacalera como Poeta Local 1992; Colegio Calasanz como Profesor del Año 1997; El Ministerio de Educación y su Distrito Escolar 0015 en 2003; La Editorial Norma y su Departamento de Literatura 2003; La Sociedad Cultural y Literaria Athene de Azua 2004; Los Premios Compostela de Azua 2004. Textos suyos han sido antologados por Tomás Alberto Oviedo y Canó en su Antología de Poetas de Azua, por la Secretaria de Estado de Educación en la Antología Cuentos Premiados del Sur, por la Asociación de Poetas y Escritores de Casino de Murcia en la antología Nosotros, por la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo en su Coloquios 2004, Ediciones Ferilibor– Nº 70 del 2005, por el Grupo Poeta de la Era de Santo Domingo en su antología Poeta de la Era 2010 y por la Secretaría de Cultura de la República Dominicana. En la antología A Viva Vosch, Ediciones de cultura, 2011. Bernardo Silfa Bor ha participado en diversos cónclaves, congresos, tertulias y recitales en República Dominicana, así como en Cuba, Puerto Rico, Estados Unidos y España donde reside desde finales del 2004. En el 2010 junto al poeta Daniel Tejada organizó en Madrid el V Congreso Global de Metapoesía 2010. Sus libros publicados son Hacia la otra senda de la luz y Máscara de la Imago.

“La¨metapoesía¨ instancia híbrida de sensibilidades y espacios en donde la poesía dialoga y polemiza la poesía desde y con la poesía (metapoesía), lo mismo que el poema lo hace con el poema (metapoema).” 

BGR -Es interesante el pre-concepto que ronda la metapoesía, el prefijo "meta" nos da una idea equivocada y distante de su propio asunto. ¿Qué es la metapoesía? 

BSB-Como bien afirmas en tu pregunta la mayoría de la gente, incluso poetas, escritores e intelectuales, cuando se refieren a la metapoesía la entienden y definen a partir, única y exclusivamente, del prefijo ¨meta¨, negándole así las múltiples evoluciones del término. Término que ya es polisémico y politémico al unísono. 
En ese sentido, recuerdo que, en unas notas que escribí bajo el título “LA METAPOESIA: RENOVACION RECURRENTE BAJO EL SOL¨ para hablar en Madrid acerca del “Movimiento Internacional de la Metapoesía” como preámbulo al“V Congreso Global de Metapoesía” Madrid 2010, decía que esta concepción de ¨metapoesía¨ desde el prefijo ¨meta¨ era y es simplista e insustancial. Y lo dije porque entiendo la ¨metapoesía¨ como instancia híbrida de sensibilidades y espacios en donde la poesía dialoga y polemiza la poesía desde y con la poesía (metapoesía), lo mismo que el poema lo hace con el poema (metapoema). Pero puedo decirte -y debo hacerlo- que mi sentido de la ¨metapoesía¨ es limitado ante la visión del Guillermo Carnero que nos enseña ¨que la metapoesía es aquella poesía que se tiene a sí misma como asunto.

Guillermo Carnero dice: "Un metapoema es un poema que tiene dos niveles discursivos paralelos. En el primero, se trata de que habitualmente entendemos por poema. En el segundo, que discurre paralelamente al primero, y entremezclado con él, el poema reflexiona sobre su propia naturaleza su origen, sus condicionamientos y demás circunstancias."

BGR -¿Se nace o se hace metapoeta? 

BSB -Esta es una pregunta rectora. Siempre se ha estado debatiendo si se nace poeta o si el poeta se hace. Y es válida la traslación hacia el metapoeta. Responderé diciendo que el metapoeta nace y se hace en ciclicidad. Nace cuando se descubre poseedor de un discurso crítico-reflexivo de su propio hacer poético y el entorno vinculante sociohumano y natural que lo genera y referencializa como entidad. Se hace cuando es capaz de reinventarse asimismo en cada pálpito de creación como instante de vida en la trama textual que ha elegido y que le elige como actor-autor del ejercicio escriturar. Si partimos de que el metapoeta es ¨el poeta de los poetas¨, pues, tengo que decir que, en ese sentido, el metapoeta es conciencia poética en la jerarquía del Ser Poeta, del Ser Consciente que nace haciéndose y se hace naciendo como hechura y nacimiento del Otro. Así, como conciencia, el metapoeta se hace y nace en, y desde, sus registros y los del otro sabiéndose consciente de su realidad.

BGR -¿Cuál es la puerta de entrada de la metapoesía? 

BSB -La puerta de entrada a la metapoesía es la misma metapoesía. Ella misma es laberinto y es multiplicidad de puertas e infinitas ventanas. Sólo a través de la metapoesía se llega a la metapoesía. Ella es su propia senda. Por eso puedo decirte que mi puerta o mi ventana de entrada a la metapoesía fue y es la hibridez que en ella pervive. Un espejo de ello es toda mi poesía. Desde mi primer libro Hacia la Otra Senda de la Luz pasado por los poemarios inéditos que tengo hasta llegar a Mascara de la Imago mi otro libro publicado, he venido estructurando, en ellos, una metapoemática híbrida que me identifica y me llena como poeta. Mi apuesta en la metapoesía es esa esencia metahíbrida que me cultiva y que cultivo como tejido vital y que se fortalece a diario en mi Ser Metapoético. La columna vertebrar de mi Ars metapoética es la politemia o politemismo que da vida a mi hibridez metatextual. Así entiendo y practico la metapoesía desde sus esencias de hibridación, las cuales les vienen, como pensamiento y acción, del posmodernismo de esta posmodernidad que nos respira. 

BGR -¿Qué elementos considera necesarios en la práctica de la metapoesía? 

BSB -Considero que la práctica metapoética exige y requiere de sus cultores una seria y rigurosa responsabilidad escriturar y un fiel compromiso y cumplimiento de los principios y postulados filosóficos, estéticos y éticos que le son inherentes. Pienso que, sin importar cuál sea la variante metapoética que se cultive, el metapoeta debe priorizar la calidad del decir haciendo el uso correcto de su lenguaje. En el caso nuestro el metalenguaje. En la metapoesía del metalenguaje forma y fondo son uno. El campo metapoético es como una caja de sorpresa y sus posibilidades son infinitas, por ello el metapoeta ha de sentenciarse búsqueda eterna.


BGR -¿Cómo reconocemos un metapoema? 

BSB -Un texto metapoético puede reconocerse a través del juego de polifonía, de polilinguismo o de politemismo que se use en la elaboración. Así como por las composiciones de términos, frases e imágenes de performance que se implemente. Cuando el texto refleje recursos de transtextualidad. Cuando en el metapoema estén presentes los recursos culturalistas introducidos por Carnero. Por los efectos auditivos y visuales usados en la Metapoesía Audio-Visual. Hay metapoesía cuando existe un nivel de conjunción, de juntura y de confluencia temática en el universo de una unidad poética-artística. Hay metapoesía cuando la sustancia poética es elaborada desde el metalenguaje. Y hay metapoesía cuando coexisten en el texto poético dos o más niveles discursivos en función dinámica y vital. Luego están presentes los recursos estilísticos tradicionales.

BGR -¿Poetas como Miguel Hernández, Alejandra Pizarnik, Jorge Luis Borges, Walt Whitman, entre otros tantos poetas, escribieron algún metapoema?

BSB -Claro que sí. Y no uno, sino varios. Es que la metapoesía es una esencia vital que siempre ha gravitado el universo creativo de las grandes lumbreras del mundo de las letras, tales los poetas que nombras. Pero también a otros tantos como Pere Gimfferer, José Hierro, José Ángel Valente, Enrique Lihn, Pablo de Rokha, Rodrigo Lira… ¡Ojo! Ellos no se nombran, ni se nombraron metapoetas. Así, sin asumirse ni exigirse ser metapoeta, gran cantidad de sus textos son metapoemas porque los discursos y asuntos de elaboración implementados en ellos los ubican en esta jerarquía textual. Así la metapoesía ha estado siempre ahí. Sólo que, como dijo Carnero, se le ha estado llamando con otro nombre. En este sentido debo decir que lo interesante, para nosotros los miembros del Movimiento Internacional de la Metapoesía, es que sabiéndola realidad, ningún grupo se había autonombrado, diseñado y definido Metapoeta hasta el 13 de octubre cuando lo hizo, en República Dominicana, el doctor Jorge Piña con el primer manifiesto.

BGR -¿Considera que los Metapoetas son producto del nuevo milenio? 

BSB -Bueno. Puedo decir que los metapoetas fundadores del Movimiento Internacional de la Metapoesía son producto, en parte, del surgimiento de la Sociedad del Conocimiento, la Información y la Informatización que nacieron con la Era Posmoderna en las últimas décadas del siglo y el milenio pasado, pero que han tenido su mayor auge, fortaleza y afianzamiento en la primera década y la recién iniciada, de este siglo-milenio en que vivimos. En término de actualidad, pienso que sí, que somos producto de (y para) este primer siglo de este nuevo milenio que nos acoge o bien acogemos. 

BGR -¿Escribir metapoesía es asumir y exigirse hacerlo desde una práctica-no poética de la poesía, un funcionamiento no imaginario de imágenes, un desprenderse del yo lírico? 

BSB -Esta pregunta, amiga Beatriz, la responderé en tres bloques diferenciados por su estructura y complejidad. Claro está, si te parece bien.

BGR -Sí, estupendo.

BSB - 1- Fíjate, no podemos escribir metapoesía desde una práctica no-poética de la poesía porque la metapoesía es aquella poesía que se tiene asimisma como práctica, como asunto, como objeto de fascinación. Por definición no se podría. ¿Cómo hacerlo si la metapoesía es un estado poético de autocrítica y autoreflexión de la misma acción y sentido de la textualidad poética? ¿Cómo si en la metapoesía todo se reescribe incansablemente? En mi parecer no es posible asumirse y exigirse una escritura metapoética desde la práctica no poética de la poesía. Y no es posible porque escribir metapoesía es asumirse y es exigirse un discurso poético de aptitudes y niveles capaces de subvertir el proceso mismo, enmarcado en una espiral de polidireccionalidadpolitemática de matices multiculturalitas como recursos de reescritura y re-creación, en donde el lenguaje se polemiza asimismo y con su entorno desde la misma poesía.

2- En la escritura de la metapoesía el funcionamiento que se asume y se exige es el de una dinámica de creación que se mueva entre imágenes interdisciplinarias, vivas, plásticas y ardientes que respondan a un proceso de pragmática explosiva cargada de realidades absolutas y reales cuyo alcance de funcionabilidad se materialice en el dulce y apacible entendimiento del que se siente leído al leer. Esta práctica escriturar en el Movimiento Internacional de la Metapoesía, se exige y se asume, desde la mirada de un antigrupo que la entiende como modo de vida ¨a riesgo y cuenta propia¨. Esto es, las exigencias se asumen desde un concepto de individualidad colectiva.

3-En la metapoesía el ¨ser metapoético¨ no abandona ni se desprende del yo lírico, más bien lo eleva a otra categoría, a otra dimensión. Lo dimensiona a un ¨yo metapoético¨ o como a mí me gusta llamarle, a un ¨yo metalírico¨. El metapoeta se exige, y así lo asume, la trascendencia de cuanto acontece y toca su hacer metapoético. Su reto es con el texto, sus circunstancias y él mismo. El ¨yo lírico¨ es en la metapoesía ¨yo metapoético¨ o ¨yo metalírico¨. Jamás es ausencia, muy por el contrario, es presencia trascendida.

¿ ABORDANDO EL CONSTRUCTO DE METAPOESIA




           José Enrique Méndez

I

Metapoesía: Poesía que habla con registros polifonales
sostenidos en la base melódica y rítmica propia de la
lírica, hablando de sí misma desde el pretexto de la
voz del deseo que huye a la seducción de su ser
maquínico, colocándose por encima de la ilusoria
perspectiva del pensamiento débil.

Metapoesía como Juego de una palabra alerta,
sensible, atenta a todo. que se dice y se abisma en la
intertextualidad.

Conciencia Metapoética que elevada la palabra,
levantándola de sí misma, para deshacerse y luego
volver a erguirse liberada de la mecánica del
pensamiento, de la acción repetitiva de de la mente y
el cerebro.

II
La metacognición, debe ser una toma “total”, autentica
de conciencia, un modo de vida meditativo, de
permanente vigilancia y observación del movimiento de
la psiquis.

La metacognición debe tratar de entender la naturaleza
de la acción mental. Debe escapar de la actividad
mecánica de la mente. No debe identificarse con
ciertas pautas del pensar, el sentir y reaccionar.

La metacognición deberá ser una dimensión totalmente
nueva en la calidad de nuestra vida interior. Algo
distinto a la mente maquina, que adquiere impresiones
a través de los sentidos, según el condicionamiento en
que nos hemos creado.

III

Continuamos usando y creando símbolos para
comunicarnos, buscando ser consciente de si a través
de nuestra actividad cerebral, lamentablemente el
“ámbito meramente creativo del hombre y la mujer” ha
convertido la actividad en propiedad y posesión del
ego, del sí, del mí, del yo, y trata de imponer las
experiencias que descubre o crea a los demás.
2. El metapoeta no es ajeno a los sueños, a la fabrica
de imágenes, a la acción mental de querer ayudar a
crear una sociedad nueva,
El Metapoeta está indisolublemente condenado a vivir y
fijar posición frente a Lo socio-político. Lo que
puede es tratar de de explorar una nueva dimensión de
su psiquis que le permita, una mejor relación con el
dinero, el poder, la fama, el prestigio y la emulación
social.,un verdadero cambio real creativo

NICOLAS MATEO: SILABARIO SIN RUMBO


Por Bernardo Silfa Bor









Ser poseedor  de la virtuosa posibilidad de retratar o capturar en ráfagas de versos, emociones, sueños, sensibilidades...; así como episodios instantáneos y esporádicos, de espacio y de tiempo, que se suceden y superponen infinitamente reales en las vidas cotidianas de los transeúntes inocultos de algún indeterminado lugar o rincón del globo planetario, es dimensionarse confabulador del Dios incansablemente creador.

Tener esa capacidad de vencer, a base de presencialidad poética, el vacío sugerente e invitante de la página -electrónica o  papel- es alcanzar el sentido de sentirse Ser, ahora que/ soy un poco más de lo mismo/.../ahora que soy lo que decido.

En este Silabario Sin Rumbo, Nicolás Mateo ha decidido asumir la posibilidad responsable de trasgredir la barrera de su yo interior y transmutarse en poesía junto o a partir de las realidades e irrealidades que le perturban o le alegran como hombre que ama. Este poemario es la reafirmación de un hacer y un decir que se fundamenta en la verdad existencial que ha vivido como hombre y como ente social el propio poeta que canta y que se canta desde y a sí mismo, las vicisitudes que le circundan e interiorizan.

Silabario Sin Rumbo marca esa instancia poemática, que es el metapoema, en donde las diversas temáticas se entrecruzan en un dialogo abierto que se inscribe sello e identidad. Ser en hibridad.

Este Silabear sin Rumbo de Mateo se inscribe conversación del autor con su entorno y circunstancia desde él y para el otro y para él mismo. Circunstancia y entorno  que en todo el libro es la mujer amada. Es el ahogo de no sentirse amado. Dice el poeta: descendí a mis adentro cual hipocampo en la noche y agrega: de tanto quedarme dentro mi llanto se fugo de ti.

Nicolás Mateo en Silabario Sin Rumbo es el muestrario de un discurso tejido desde la carne misma de un lenguaje que se busca en cada pulso de creación  dibujo sin rumbo en el eje coordenado del mapa que el poeta se ha confeccionado para poder llegar y acceder a él mismo para saciarse de esa libertad interior y esencial que alcanza a producirle la muerte.

Y Así termina Nicolás Mateo su poemario, diciendo: Cuando deje en el camino/mi último hálito de vida/el viento murmurara mi epitafio/murió de liberta.
Pocos son los hombres que tienen la posibilidad de mirarse a sí mismos. Nicolás Mateo es uno de esos pocos y su testimonio material es este Silabario Sin Rumbo.


Texto de presentación del poemario Silabario Sin Rumbo del poeta dominicano Nicolás Mateo en el marco del V Congreso Global de Metapoesía Madrid 2010 que se celebró en octubre de ese año. La presentación fue realizada por el poeta dominicano residente en Murcia Bernardo Silfa Bor.






LA VOZ CÓSMICA DE KARINA RIEKE: MEMORIA DE UN ALIENTO TRASCENDENTE





Por Bruno Rosario Candelier
A Rosemary Pérez Prandy,
Que disfruta las portentosas señales del Misterio.

“El poema teje en mis ojos su mirada
travesía óptica que retoma forma memoria
en su transfigurada obsesión al poseerme”.
(Karina Rieke, “Poema en fuga”)

  Las musas tienen su peculiar manera de elegir a quienes fungen como intermediarias entre los efluvios sobrenaturales y los seres humanos para canalizar voces y señales de la memoria cósmica. También en literatura se aplica la sentencia bíblica de que muchos son los llamados y pocos los escogidos. A pesar de que potencialmente todos estamos dotados del don de la creación en alguna vertiente de las artes y las ciencias, unos pocos plasman el poder de la creatividad.
  Con Karina Rieke cobra aliento y esplendor la creación poética de la mujer en la diáspora dominicana establecida en New York. Cultora y promotora de arte, la pintora y poeta dominicana (Santo Domingo, 1971) integra el Grupo de Metapoesía que dirige el psicoanalista, poeta y orientador cultural Jorge Piña en la gran urbe americana.
  En el poemario Semejanza de lo Eterno (Santo Domingo, Editora Búho, 2003), Karina Rieke asume la voz que la apela desde lo profundo y esa apelación es determinante por la fuerza que la sostiene. Ella ha sido elegida por una voz honda, secreta y misteriosa que su lírica expresa, a la que suma el mundo interior de sus vivencias con aliento estético, erótico y simbólico.
  Quien sabe escuchar, puede reproducir la sustancia sonora del mensaje. Desde luego, hay que tener desarrollada la sensibilidad trascendente para captar la voz profunda de las cosas. La que escucha Karina Rieke no es la común y corriente, sino la voz del arcano, la voz universal de la memoria cósmica. Hay seres escogidos para canalizar la voz profunda del misterio o del más allá. La poeta escucha esa voz secreta y misteriosa que conforma la sustancia de su poesía.
  “Intuir” e “inteligir” vienen del latín intus legere, que significa ´leer dentro´. Así como podemos ´leer dentro de las cosas´, esto es, entender lo que la realidad sugiere, también podemos ´escuchar´ lo que la realidad susurra a través de sus efluvios trascendentes. Hay dos maneras de escuchar. La primera, la que pone el oído físico a oír voces (“oigo voces”, dicen los que atinan a captar las señales audibles); la segunda, la que pone el oído interior a escuchar los mensajes de la revelación, que usa al poeta como amanuense de verdades profundas o verdades reveladas. Parece que Karina Rieke sabe escuchar el latido de ambas voces desde el hondón de su sensibilidad.
  La poeta dominicana siente que otra voz, diferente de la suya, la apela desde otra ladera. Ella se percibe impregnada del aliento superior cuyo reclamo la domina. La persona lírica que la habita se dispone a “pensar su lengua” y ya dijo Platón que los poetas oyen una voz diferente de la propia, una voz que les reclama, que es la voz proveniente de lo Eterno.
  En Semejanza de lo Eterno, Karina Rieke afirma su existencia mediante la voz que canaliza a través de la palabra. Esa apelación que la nombra se vale de su poesía en cuya expresión fluye un eco del arcano. No es casual que Karina Rieke escuche una voz, ni es fortuito el hecho de que experimente la necesidad de canalizarla en su creación poética.
  Fredo Arias de la Canal, que intuyó la existencia del Protoidioma en los poetas, asegura que se trata de un lenguaje sin equívocos, prejuicios o falsedades. En su libro De la Filosofía al Protoidioma escribió:

  El psicoanálisis ha demostrado a través del descubrimiento de los arquetipos orales que conforman el Protoidioma de la humanidad, que la conciencia inconsciente en realidad es una conciencia inconsciente colectiva, haciendo también de la observación individual una observación colectiva, sin la cual no se puede comprehender la influencia que ejercen las conciencias sobre la materia en la teoría de la mecánica quántica (1).

  El reputado crítico y teórico mexicano, en su obra Antología de la poesía cósmica chilena, reproduce un planteamiento de José Ortega y Gasset, tomado de La deshumanización del arte: “El yo de cada poeta es un nuevo diccionario, un nuevo idioma al través del cual llegan a nosotros objetos, como el ciprés-llama, de quien no teníamos noticia. En el mundo real podemos tener las cosas antes que las palabras en que nos son aludidas, podemos verlas o tocarlas antes de saber sus nombres. En el orbe estético es el estilo, a la vez, palabra y mano y pupila: solo en él y por él venimos a noticia de ciertas nuevas criaturas. Lo que un estilo dice no lo puede decir otro. Y hay estilos que son de léxico muy rico y pueden arrancar de la cantera misteriosa innumerables secretos. Y hay estilos que solo poseen tres o cuatro vocablos, pero merced a ellos llega a nosotros un rincón de belleza que, de otra suerte, quedaría nonato. Cada poeta verdadero, cuantioso o exiguo, es, por tal razón, insustituible. Un científico es superado por otro que le sigue: un poeta es siempre literalmente insuperable” (2).
  Para el desarrollo de su teoría del Protoidioma, el psicoanalista literario acude a Carl Jung cuando señala el lenguaje de los procesos inconscientes que se ubican en las raíces de las imágenes primordiales: 

  El impacto de un arquetipo, ya sea que tome la forma de una experiencia inmediata o sea expresado a través de la palabra hablada, nos sobrecoge porque hace surgir una voz que es más fuerte que la propia. Quien quiera que hable con imágenes primordiales habla con mil voces; encanta y subyuga mientras al mismo tiempo eleva la idea que busca para expresarse de lo ocasional y transitorio hacia el reino de lo eterno. Además transforma nuestro destino personal en el destino de la humanidad (3).

  Fredo Arias subraya el fondo de su intuición estética cuando consigna:

  Ahora, si bien es cierto que Jung descubrió el paralelismo entre las manifestaciones mórbidas del inconsciente esquizofrénico con las del folklor, mitología y religión, el que esto escribe descubrió el significado oral-traumático de las manifestaciones esquizoides de los poetas, con las cuales se puede descifrar el significado del lenguaje inconsciente o del Protoidioma de la humanidad, por lo cual se hace inteligible por primera vez en la historia el significado del folklor, mitología y religión, así como también de la conducta criminal y de los fenómenos oníricos y desde luego estéticos (4).

  Una voz “más fuerte que la propia” seduce y cautiva a Karina Rieke. El poema que da inicio a Semejanza de lo Eterno revela que su autora canaliza en su obra una antigua memoria procedente de una voz cósmica, la voz de una lengua genuina y prístina, la del Protoidioma, “conciencia repleta de innombrables palabras” que la hace un “ser de migajas”:

Soy ese ser de migajas
que reverdece
camino indecible a lo infinito
Canto de memorias muertas
es mi voz
Boca de entorpecida palidez
paladar que revela lo falso de esta lengua
Cuerpo lacerado solo por mis manos
sumo de monturas haciéndose y rehaciéndose
en tradiciones simuladas
Siluetas almacenadas de un cadáver silenciado
por la espera
Existencia desplazada por la tarde
Mujer extraída del viento
concepción absurda de la noche
que bebe las horas de su angustiante entrega
Diosa nombrada en venganza
resguarda ante la búsqueda vertiginosa
de la insostenible historia que persigue
Hembra de avenidas estrechas
por donde deambula la vida
enflaquecida navaja de suicida
que insiste en morir todas sus muertes
Mujer gnosis de los magos
conciencia repleta
de innombrables palabras
ideas impasibles de un lánguido discurrir
exhalando páginas monótonas sin latidos
sencillamente escasas de verdades
(Semejanza de lo eterno, pp. 17-18)

  Hay hechos y fenómenos que concitan el don de la escucha, una de las artes del lenguaje. Hay susurros que despiertan la escucha y el alma se anonada. Quien sabe escuchar, sabe valorar al hablante, el silencio y la palabra. Acontece que, a veces, mientras escuchamos, hallamos lo que buscamos.
  El ser que aguarda, también oye y escucha. Podemos oír: 1. La voz del yo profundo. 2. La voz del hablante con su sentido profundo. 3. La voz del ser en su dimensión esencial. 4. La voz profunda de la revelación trascendente.
  En la contemplación y el silencio, habla la voz del ser y la voz de lo Alto. Quien sabe auscultarse a sí mismo, oye trinos de hermosura indecible. Y escucha voces con verdades que el interior conserva. Toda la sabiduría subyace en nosotros como una huella genética y numénica de la memoria cósmica y el inconsciente colectivo.
  En “Diálogo reflexivo del silencio”, Karina Rieke experimenta el eco del silencio que habla, por el cual percibe “voces inquietas”:

Ángeles rebeldes azotan
mi muerte ya ofrecida
Un silencio entredicho
quebranta el equilibrio
inusitado de mi vida
Reitero mi soledad
invirtiendo los valores
pronunciando mi ser irreflexivo
Voces inquietas
siguen resonando en mí
Zozobras de tiempo
suavemente en mi espacio se arrinconan
Risas inciertas que me anuncian
la misteriosa angustia de estar viva
(Semejanza de lo eterno, pp. 19-20)

  La inspiración es el soplo insonoro de un aliento divino que el lenguaje amamanta en sus vocablos. Si el poeta no se adentra en el silencio, no puede captar la señal que lo redime. Karina así lo siente en “Espacios de tiempo”:

Tu pregunta es
enjambre de dioses sin cuerpo
arrastrados entre sí
Integridad dilapidada
espacios del tiempo divagante
Mi respuesta es sí porque soy
insistencia del viento
disipación de ramajes verbosos
respiración del poema
Crepitación  memoria
de seres que se aman
(Semejanza de lo eterno, p. 22)

  Desde luego, aunque Karina escuche una voz, tiene aún que afinar el oído interior para percibir el mensaje profundo que esa voz interior entraña y poder experimentar la transformación que la experiencia de lo trascendente conlleva. No basta que sea herida por la forma. Ha de llegar al fondo. La verdadera palabra es la que atrapa el sentido del silencio, la voz silente del Cosmos, la onda insonora de lo viviente. En “Más allá”, Karina sabe que el silencio corteja un caudal de voces extrañas a la espera del nombre exacto de las cosas:

Más allá me siento
entre falsos razonamientos
Voluntad amarrada
Fatalismo propio de los débiles
Cuerpo
intenso dominio de
lo que se adivina
cuando lo vivido sea silenciado
Libertad el motivo
habitándome
Voces anfibias renacen
entre mis ecos
Desprendida lengua de vidrio molido
me nombran
Juicios sintéticos paren mi futuro
Y aún zonas distraídas
beben las descargas de mis ruinas
(Semejanza de lo eterno, pp. 23-24)

  Dije que esas voces aguardan “el nombre exacto de las cosas”, que fue el mandato que recibió Adán al habitar el Paraíso. Expulsado del Jardín del Edén, el hombre tuvo que inventar metáforas para nombrar las cosas ya que había empañado, con la pérdida de la mirada prístina, la memoria de lo que fragua el sentido primordial de lo existente. Entonces los poetas inventaron el lenguaje de la poesía para instaurar, en el seno de la realidad estética, la voz y la forma que recrea el sentido primordial de lo viviente.
  El genuino poeta no es el que usa un lenguaje original, ya que la poesía comporta su propio lenguaje. Poeta es aquel que emplea el lenguaje originario de las imágenes arquetípicas. Con el Protoidioma descubre lo que es irrepetible en el poema. Por eso el lenguaje poético transparenta la voz del arcano, que se repite en cada auténtico poeta. Las palabras primordiales eligen al poeta como amanuense del Espíritu o interlocutor del más allá. Y en su poema fluye la voz de la memoria universal. Más que aliento, el poema es forma que informa el contenido indecible de la voz que habla por su verbo. En “Tiempo en espera”, Rieke experimenta contorsiones por la apelación de voces que reclaman su atención como intermediaria del más allá:

Palabras extrañas
calman esta espera
Dolorosos movimientos
irrumpen mi cuerpo
Y me pierdo
ante una sucesión obligada por definir
Oscuridad abstracta
reposan sobre estas páginas
Sombras geográficas
se atenúan retornándome
Y aun mis palabras
se pierden ante un reflejo
casi incomprensible de voces
que me nombran sin decir nada
en este tiempo en espera
(Semejanza de lo eterno, pp. 25-26)

  Hay que imaginar el impacto que sacudió la sensibilidad de Karina Rieke cuando sintió la necesidad de escribir “Subsuelo de mi aliento”. En efecto, un aliento trascendente parece haber convocado su ser entero, en cuerpo y alma, hasta estremecerla en sus cimientos. Se trata de una onda preñada de dolor, de angustia, de misterio. De alguna manera también refleja las manifestaciones metafísicas del alma humana, del alma de los artistas y poetas, del alma de iluminados y contemplativos. Entre esas manifestaciones sobresalen junto al amor y el dolor, fruiciones, reflexiones, dudas, angustias, nostalgias, esperanzas, y desde luego, la fe y la utopía con el sueño y el canto:

Me pierdo ante mí misma
en el subsuelo de mi aliento
Confusamente mi alma
recorre los dolores de esta voz
Y sigo errando entre
sílabas abandonadas
que entierran y destierran mis pasos
Fuera de mí
me pienso gravitando
las Palabras inconclusas
intentando soportarme
me convierto en aire
Me alejo de mí misma
entre estas páginas
que reposan en mi frente
ante el asalto del tiempo
Hoy solo soy sombras de mi patio
deambulando entre preces
que desdicen

Pasión en tinta
vislumbra los tormentos e
incertidumbre de mi boca
(Semejanza de lo eterno, pp. 27-28)

  En “Torres de viento” la poeta parece levitar en sus vivencias con aliento insumiso. Leí el poemario de Karina Rieke en compañía de los sortilegios de Händel, armonía que conecta a lo divino mismo. Hubo un momento en que no supe cuál de los dos textos -el musical o el poético- me deslumbraban con su hechizo insonoro al experimentar la más callada de las emociones ante el fulgor de preludios infinitos. Solo sé que la noche era profunda y los efluvios, hondos y misteriosos.
  Para las grandes vivencias no hacen falta grandes palabras. Una expresión fluida y sencilla también encauza la verdad que edifica o la belleza que eleva. Así lo siente Karina, al decir:

Sigo aquí inquieta
detrás del murmullo
que se eximirá sobre el papel
Retorno detrás de un soplo
edificado
del lenguaje sin entender
Oídos dentro de mí
anuncian caminos magnéticos
Palabras insustanciales
descarnan la dominación
de pedregales inicuos
Me quedo sola
sosteniendo grandes torres de viento
y solo un dolor porfiado
disturba el placer solitario de mis manos
(Semejanza de lo eterno, pp. 29-30)

  Lo mismo en el silencio de los bosques, que en el dintorno de nuestra intimidad, hay un tropel de voces atropellándose en la sombra. Aguardan la palabra que interprete su mensaje de siglos.
  La intuición, mediante la cual se manifiesta la voz interior, nos conecta con la sabiduría espiritual del Universo, que es lo mismo que decir, con la memoria cósmica de que hablaba Heráclito de Éfeso o el Inconsciente Colectivo del que habló Carl Jung. En “Espacio silenciado”, la emisora de estos versos advierte que deletrea la memoria de una voz cuyo sentido no capta la verdad profunda que su contenido porta:

Mi voz
habla con mi voz
deletreando memorias
que se evaporan en verdades
reflejos que nos miran
Entretejidos del ser
disponen un murmullo seco
quieto simétrico
Cerrado a mis oídos
Por eso hablo con mi voz
Porque no escucha
(Semejanza de lo eterno, p. 31)

  Mirador del Cerro, Largo de Händel y lirios en el alba. Bajo la llama del verbo todo fluye bajo el anhelo irredento. En silencio, gladiolos y rosas al acecho, casi luz. Un fluyente ramillete de lumbre cabe el lirio. Karina lo dice a su modo y velamen: “Mi voz/ habla con mi voz/ porque ya es de ella”. Luego, en “Semejanza de lo Eterno”, consigna: “Tu lengua angelical/ no toca mi cielo”. Porque es fulgurante el destello y hondo el sentido. Contemplando el flechazo de la luz, se apura el silencio.
  Mientras escribo, llueve a raudales en este verano atípico. De pequeño, me extasiaba mirando la lluvia sobre el contén y la flor en que las gotas mutaban. Años después escucharía a Dionisio López Cabral decir a su aire consentido: “El enigma de la lluvia es morir para ser flor”. Cuando se evoca el pasado, se rememora lo que fue o lo que pudo haber sido y no fue. Lo que aconteció, vive latente en el ámbito de la realidad interior. Dice Juan Miguel Domínguez que hay también una añoranza de futuro, en la que se pierde lo que es (5), ya que obviamos lo que sucede en el presente. Karina Rieke evoca sus juegos de niña para pergeñar el poema a su modo lírico y simbólico:

Tu risa como a un desespero
arrojé a mi alma
Tu lengua angelical
no toca mi cielo
y solo basta tu sueño
entre mis voces traicionadas

Espacios vacíos resguardados
perdidos entre ritos
juegos silenciados de niña expropiada
Este rostro que finjo
me lo dice todo
Mis huesos han escrito con su burla
vergüenza reclamada
culpa que mastica el regreso
Mis dedos comparten la profanación
de mis heridas simuladas
Soy la historia de tu lengua deslenguada
Hoy solo me urge el asombro
de mi pena que emerge de mis huecos
(Semejanza de lo eterno, pp. 33-34)

  En “Pliegue del presente” la poeta alcanza, mediante el dramatismo de su vivencia estética y el erotismo de su numen lírico, la cumbre de un alto vuelo. La autora de estos versos entrañables asocia su vida y su historia a la voz que la reclama desde la hondura del tiempo. El ser humano se mueve entre el miedo que lo atenaza y la certeza del sueño que fragua su delirio. Dentro de su dintorno, otea su propio laberinto y ausculta lo que subyace en su conciencia. No solo la piel refleja el impacto del tiempo en la materia. También el alma da señales contundentes. Cuando se vive la esencia de lo contemplado, las cosas siempre dicen o sugieren. Al visualizar el sentido de lo viviente, los poetas saben ‘escuchar’. Karina Rieke parece fraguar el poema con el oído. La realidad de las cosas enseña a “hablar en lenguas”, como le acontece al poeta que usa el lenguaje del misterio. “La voz y sus zozobras/ que al final no dicen nada”, es una manera de reprocharle al enigma su hondura intangible:

Soy mil derrotas en mi piel
que ya no siento
Los trazos que cubren
a mis huesos sus espacios
Soy esa voz sensata del recuerdo
que olvida el misterio del tiempo
y sus fracasos
Soy tu derrota pliegue del presente
posición de la noche abochornada
pesadilla y espanto que se mueven
en la castrada pasión cuando se acaba

Soy el derrumbe de tu risa que agoniza
en el desorden de tus muecas solitarias
Soy el azote de tu piel cuando codicia
la frialdad cancerosa en la mirada
Soy la derrota de mi cuerpo inexistente
en la obsesión mentira misma del deseo
Trozos de miedo son mis huesos que se pierden
en el rincón del pensamiento que no vuelve
Cicatriz en el poema son mis senos
que soñaron ser amor y no son nada
La voz y sus zozobras
Que al final no dicen nada
(Semejanza de lo eterno, pp. 35-36)

  Y sigue la poeta martillando el silencio que tanto le seduce. En el silencio halla Karina su mejor aliado. En silencio recupera lo que el otro le ha quitado. Y comprueba que la infancia conserva reminiscencias de lo que parecía perimido. Porque lo mismo en las vivencias, que en la materia concreta, nada se pierde. Su huella subsiste y aflora cuando menos se espera. Lo que impactó la porosa sensibilidad en la infancia, reitera su impronta mediante el inconsciente. El valor de una etapa fundacional de la existencia proviene de la significación que prohíja en la memoria. No especulo si digo que Karina Rieke retoma su infancia para articular el poema con la intención de exorcizar la huella irredenta a través de la palabra que horada el silencio. “Poema en fuga” así lo atestigua sin ambages:

El poema se empeña en seducir mi silencio
Improvisa crónicas quiméricas
y rasguea reminiscencias de nuestra infancia
afán estoico por hacernos semejantes
El poema soy yo inmutable
El poema solo es el conmigo
andrógino ser de confusiones
que certifica, decreta y aprueba mi ser
(Semejanza de lo eterno, p. 40)

  La poeta dominicana radicada en New York acude a imágenes apocalípticas con las que exorciza los fantasmas que la asedian. Traumas de la infancia que todo poeta experimenta y que por mediación de la palabra refluye su memoria en el poema. Pedro Laín Entralgo, en La curación por la palabra (6), enseñó que el uso de determinados vocablos, como el foro en el teatro griego, produce una catarsis de las emociones al canalizar el desahogo de lo que oprime la sensibilidad profunda. Karina vierte en lenguaje simbólico el peso de unas vivencias dolorosas y traumáticas, “bestias ocultas” dice ella, encuclilladas  en un rincón de la inconsciencia. En “Aleteo inesperado” escribe: “A quién le toca ahora romperme lo que queda/ partir en mis pedazos mis huesitos/ amordazar mis intestinos/ idiotizar todo sentido”. Y en “Sinfonía execrable” testimonia ese intento de expurgación mediante la logoterapia de lo que subyace en la memoria con sus tentáculos de miedo. Son pájaros insomnes que torturan sin escrúpulos. Cuando se libera la mente, se siente una querencia en su frescura. Liberada de los demonios turbadores, el corazón experimenta el sosiego consentido. La paz interior es un remedo del Paraíso añorado:

Escorpiones con rostro de mujer
te gestionaban las palabras
y en un grito de trompetas pronunciaste
maldiciones insensatas
La maldad se trasladó a tu boca
violaste la lengua
desencadenando tus bestias
Las mismas que en la historia
cabalgaban amarradas a tu conciencia
(Semejanza de lo eterno, p. 41)

  La creadora de estas estrofas oye las dos voces que según Juan Miguel Domínguez escuchan los poetas: la íntima, que proviene de su propio interior y la éxtima, proveniente de la misteriosa cantera del infinito. De ambas busca el contenido con el continente apropiado para dar con su sentido profundo. La hondura metafísica de sus vivencias suple la inelegancia de algunos versos que su connotación profunda repara.
  Nuestra poeta percibe lo peculiar y lo diferente de ambas voces y, en ambas, también lo que las hace semejante. Semejanza de lo Eterno es un apropiado título para dar cuenta de la confluencia de voces y sentidos en el albur de la palabra poética. En “Confín del tiempo”, nuestra poeta da a conocer la voz de ambas laderas que la atormenta y desarticula, aunque con ella reconstruye la sustancia del poema:

Me molesta el viento indigno
el invisible rostro de caricias
que añeja el semblante
de mi alma
que resguardaba en el espejo
indescifrable de los años
Me molesta el viento
me aturde su burla retadora
la consistencia de su voz
y el paladar desafinado
como grito de trompetas
Me molesta el viento
y la enloquecedora energía
de sus movimientos
que ponen en riesgo mi equilibrio
Pericia de su ser que me estrella
desafiando mis pasos
Me molesta el viento
que endurece mi cara
y deja perpleja mi sonrisa
protagonista de perniciosos episodios
violentos agasajos que atropellan
y humillan mi existencia
(Semejanza de lo eterno, pp. 43-44)

  La poeta termina el poemario con “Epifanía del tiempo”, en el que reitera la otra presencia que la habita con el susurro de “anfibias voces” susurrantes del sonido insonoro de lo eterno, que escucha con tanta intensidad hasta el punto de ´ver´ a su través el asomo de una “imagen silente”, una manera de decir que al ‘escuchar’ el silencio y la soledad, ‘oye’ la voz del ser, la voz de lo Alto,  “proyección/presencia de sí misma”:

Hay un segundo ser que nos habita
ser sin rostro
huesos anónimos
Imagen silente
proyección
presencia de mí misma
Hálito de anfibias voces
nos alejan
nos malgastamos
en fragmentos y te pierdo
y nos perdemos
(Semejanza de lo eterno, p. 53)

 Tres rasgos perfilan la creación de esta agraciada poeta dominicana:
1.  La percepción de la voz susurrante del Cosmos, que se revela como amanuense de efluvios y señales provenientes de la cantera infinita.
2.  La expresión de imágenes arquetípicas mediante el concurso del Protoidioma de la poesía, que confirma su genuina vocación poética.
3.  La recreación de las vivencias personales de la infancia, que asume y proyecta como sustancia de una huella irredenta y como catarsis de una antigua memoria que la nombra.
  Desde luego, es importante consignar que la forma escueta, simple y directa como Karina Rieke expresa el contenido de sus poemas indica que puede profundizar en sus vivencias entrañables hasta sintonizar el sentido profundo con su correspondiente transformación en actitudes y actuaciones (7). Al sentir las voces que Karina Rieke escucha, debe afinar el oído interior mediante el concurso de la soledad, el silencio y la contemplación para percibir los mensajes que las susodichas voces portan, como supieron hacer con sus entrañables audiciones autores de la talla de Friedriech Hölderlin, Alfonsina Storni y Manuel Rueda, entre otros reconocidos creadores de las letras universales.
  En fin, estamos ante la obra de una autora que asume la voz cósmica como signo y sustancia de un decir que la redime y eleva.

Bruno Rosario Candelier
Ateneo Insular Internacional
Moca, República Dominicana, 6 de julio de 2010.

Notas:
1.  Fredo Arias de la Canal, De la Filosofía al Protoidioma, México, Frente de Afirmación Hispanista, 2005, p. XIII.
2.  Fredo Arias de la Canal, Antología de la Poesía Cósmica Chilena, México, Frente de Afirmación Hispanista, 2004, pp. VII-VIII.
3.  Fredo Arias de la Canal, Antología de la Poesía Cósmica Chilena, p. IX.
4.  Fredo Arias de la Canal, Antología de la Poesía Cósmica Chilena, p. XII.
5.  Juan Miguel Domínguez, Diarios (1990-2004), Inédito, copia mecanográfica, margen, p. 3.
6.  Pedro Laín Entralgo, La curación por la palabra, Madrid, Revista de Occidente, 1958, pp. 21ss.
7.  Quiero encomiar el hermoso prólogo firmado por Alejandro Santana, ya que revela hondura en el concepto y claridad en la expresión.