Bienvenidos a estas palabras del alma. Que todos nos reencontremos en el instante de su eternidad.

POESIA EFLUVISTA DE VIRGILIO LÓPEZ AZUÁN

HORIZONTES
AUTOR: VIRGILIO LOPEZ AZUAN
POESÍAS DEL EFLUVISMO

Todos los horizontes están en tu luz, en el resumen del llanto, en la gota alegre del aire que respiras. Son líneas escapadas del sueño y del amor, de los candelabros encendidos por dentro. Todos los horizontes están entre el cielo y mar, mundos tan grandes y profundos que a penas miramos. Son rayos horizontales en el vertical de la esperanza, en los pretiles del instinto, capaces de doblar el acero y el miedo. Los horizontes están llenos espadas para tomarlas una por una y conquistar el alba, la ventura total de la ternura. Entonces, recibamos sus rosas, sus días encandilados de la sal que nos mueve, y seremos distancia, tiempo presente de lo profundo, siendo simplemente llanos, planos convergentes. Los horizontes saben al té de las seis, que circula en los cuerpos con sus flores de azúcar. Todos lo horizontes salen de ti y de mi, y se dibujan en el cielo con el mar de fondo. Son notas de piano, en las tardes de Chopin o son quejidos de asnos, cansados de la carga. Los horizontes viajan, corren, vuelan, y penetran a los árboles y suben a las montañas, y por debajo de la tierra, en los dioses  minerales y encima del cielo. Se estiran y se lanzan, en chapuzones se bañan, y si se pierden por un instante ellos nos asaltan la cara. Los horizontes son muchos como los dedos de las manos, puñados de visiones florecidas. Todos los horizontes están llovidos de diamantes, son guerreros en batallas, son los oasis del Sahara.  Los horizontes están en tus manos, puñados de intentos, están en tu alma como velas encendidas con llamas coquetas. Los horizontes nos unen y con ellos penetramos, por la raíz de los árboles, a las hojas y a las flores, a todos los ojos y el llanto. Y entramos en el perro, en las palomas y el águila en vuelo, y entramos a los luceros, al agua y al fuego. Y seguimos circulando entre todas las cosas para hermanarnos. Y nos vamos y regresamos y volvemos a marcharnos. Con los horizontes nos vamos por el hombre y la mujer, y en sus venas circulamos y en sus corazones explotamos en rayos siderales. Están llenos de agua, de árboles pintados en un cuadro morado. Parece que están lejos a los ojos humanos, pero están muy cerca a un paso del verbo, donde la palabra tiene lunas de octubre brillantes y enamoradas. El horizonte se hizo  plural, con la S de la llama, del fuego crepitado en la fragua del alma. Se ha multiplicado para que a todos nos toque algo, y tengamos la luz en el desamparo. Todos los horizontes son brillos de los peces, del caballito de mar circulando con su diamante. Todos tenemos los horizontes guardados en el verso que vuela, en la voz, en las manos, en los pasos caminando.


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