Antonio Arroyo Silva
QUINTO MOVIMIENTO
QUINTO MOVIMIENTO
Hay demasiado abismo en la raíz,
no fulge
la ondilación abajo.
No cruje como el néctar
en la lengua del bosque.
Un ciprés invertido
hacia el dolor del tallo.
La aspersión de la rama
se retuerce hacia adentro.
La redondez del hoyo,
la vigilia del labio.
2
Demasiado temor
la sabina en su carne.
Un almíbar ajado por la acritud del hueco
se dispersa en los poros de la salvia,
se adhiere a las manos que hablan
de su desasosiego
de verterse en la sed.
3
La torsíón del alisio.
Discurre su aspereza
hacia arriba hacia abajo
en un río de hojas.
Transparencia del verde
sobre las manos frías.
La sabina le habla
al huracán dormido.
4
Escucha a la sabina
reptando la conciencia
del mirlo allá en la cresta.
Anochece el plumaje
que eriza el desarraigo
de la cálida copa.
La raíz en el pico,
la fuga de lo denso.
5
Te dirán la sintaxis
de su respiración,
la negritud del hueco
en su fruto azulado,
la blancura de ser
huérfano del eclipse.
Te dirán las sabinas
su lenguaje de ondas
más allá del silencio.
6
Hay demasiado abismo,
demasiado temor.
La torsión del alisio
escucha a la sabina.
Transite la corteza
su roja nervadura.
A vaciar la oquedad
de adorables cadáveres.
7
Mas no la pesadumbre ni la danza fugaz
del viento huracanado.
No el vahído del búho en la pared mojada
de su desasosiego.
Redondez de sabina: el hueco más allá
de la lámpara verde.
Espora de los pasos
fisgonea el fulgor
del bosque que trasvasa mi saliva de estar
en el vientre del bosque.
CIUDADES
Tienen costra de años y de pájaros
las ciudades del odio. Tienen nieve
desteñida en sus pétalos azules.
Mustio desasosiego, no hay noche
en la mirada dulce de los álamos
ni en la parada triste hacia el olvido.
No hay día en los semáforos del liquen.
Hay un residuo viejo, una cáscara
de soledad mordida por la luz.
Tienen costra de cóncavo aleteo
los cristales ajados de la aurora.
Tienen máscara encima del vacío.
las ciudades del odio. Tienen nieve
desteñida en sus pétalos azules.
Mustio desasosiego, no hay noche
en la mirada dulce de los álamos
ni en la parada triste hacia el olvido.
No hay día en los semáforos del liquen.
Hay un residuo viejo, una cáscara
de soledad mordida por la luz.
Tienen costra de cóncavo aleteo
los cristales ajados de la aurora.
Tienen máscara encima del vacío.
BREVE BIOGRAFIA DE ANTONIO ARROYO SILVA
Antonio Fernando Arroyo Silva nació en Santa Cruz de La Palma
el 21 de septiembre de 1957, isla de La Palma, Canarias.
En dicha ciudad hizo sus estudios de Primaria y Bachillerato.
Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna.
Actualmente es profesor de Lengua y Literatura Castellanas en
el Instituto de Enseñanza Secundaria de Santa María de Guía
desde hace más de veinte años. Pero esto, aparte de su gusto por la
enseñanza, es una cuestión alimenticia que nada o casi nada tienen
que ver con su vocación por las Bellas Letras, sobre todo por la lírica.
2 comentarios:
Me gusta mucho el primer poema, me identifico con el poeta Arroyo.
Mi querido amigo, Antonio Arroyo Silva es un grandioso poeta.
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